lunes, 25 de julio de 2011

El Kari Kari

El Kari Kari
El Kari Kari apareció en el altiplano en tiempos de la colonia. Se lo relaciona con la figura del sacerdote-jesuita, mercedario, franciscano, llegado con los conquistadores españoles. La tradición rural ha caracterizado a los religiosos católicos como sombrías personas que traían en una mano la Biblia y en la otra el látigo. Eran temidos. Y su proximidad causaba pavor.
Esta figura se modificó paulatinamente hasta llegar al perfil del complejo y misterioso Kari Kari, provisto de una campana que hace sonar constantemente. Su propósito es extraer de sus víctimas el cebo con el que, según la creencia popular, adquirirá poderes sobrenaturales. La veracidad o no de su existencia es algo que los antropólogos aún no han terminado de testimoniar y, por tanto, de aceptar o rechazar. Frases en aymara, como ¡Sarjam Karisiri! (¡vete Kari Kari!), evidencian el temor y popularización de esta aparición, sobre todo, entre los comunarios y migrantes aymaras.
El identikit de este personaje es difícil pues las versiones sobre su aspecto son variadas y contradictorias. En lo que la gente coincide es en su figura humana solitaria, en su rostro escondido y en que anda por ahí robando grasa del cuerpo humano.
Para atacar, antes usaba un cuchillo y era tan hábil que dejaba una fina cicatriz a la altura del abdomen. La víctima caía enferma y, de no encontrarse el origen de su debilidad, llegaba a morir. Hoy se sigue temiendo al Kari Kari. Se afirma que trabaja en los minibuses, aprovechando a los trasnochados que se quedan dormidos. Con una jeringa extrae la preciada grasa.
El tratamiento salvador consiste, se cree en el área rural, en reemplazar la grasa con la de una oveja negra. También hay versiones sobre que el Kari Kari son varias personas: familiares de una víctima que buscan a otra para reemplazar lo robado.
El sueño de quienes ataca el Kari Kari no es normal. Éste lo provoca soplando un polvo que está hecho de huesos de muerto.
Sobre el destino de la grasa humana no hay seguridad. Unos dicen que se usa para hacer perfumes, otros sostienen que el atacante es un monje que usa el producto en extraños ritos. Los incrédulos se burlan comentando que es un tratamiento de liposucción gratuito.

Museo Costumbrista “Juan de Vargas“

Los museos de la Paz, Bolivia junto con las galerías y otros centros que acogenexposicionestemporales y permanentes, forman parte del legado cultural donde puedes conocer parte de la historia y formas de vida de esta ciudad.
El Museo Costumbrista “Juan de Vargas“ fue creado en 1979, con el objetivo de difundir las tradiciones de los paceños y que toma el nombre del primer alcalde de la Paz; es un edificio de dosplantasque exhibe obras costumbristas, antiguas pinturas yexposicionestemporales.


MUSEO NACIONAL DE ARTE

EL MUSEO NACIONAL DE ARTE es una de las más importantes instituciones museísticas y culturales de Bolivia, que fue creado en 1960 como dependencia del Ministerio de Educación y Cultura.  Desde el año 2003 se renueva institucionalmente para lograr una mayor proyección, pasando a tuición y administración de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia que impulsa el desarrollo de los más importantes repositorios del país.
En agosto de 1960, durante el gobierno de Víctor Paz Estensoro, gracias al empeño del Ministro de Educación José Fellman Velarde y el Oficial Mayor de Cultura Carlos Serrate, por D.S. Nº 05549, se crea el Museo Nacional de Arte, proyecto que fue impulsado en el gobierno del Gral. René Barrientos y el Ministro Hugo Banzer Suárez en el año de 1966, acogido en una casona del siglo XVIII, que fue declarada Monumento Nacional en el año de 1930. Un primer periodo de restauración arquitectónica del edificio fue entre 1961 y 1966 y en último periodo –durante la ejecución del Proyecto de Ampliación– entre los años 2005 y 2006.
La casona perteneció a Francisco Tadeo Diez de Medina y Vidango, quien se desempeño como Alcalde y abogado del Tribunal de la Real Audiencia de Charcas y quien mandara a construir esta edificación para su residencia. Destaca su estilo mestizo o barroco andino, que evidencia la maestría de las manos indígenas que tallaron la piedra.
Levantada con ladrillo, cal y canto, enmarca en su interior un patio rectangular rodeado por la armoniosa arquería en sus tres plantas y una monumental portada interior de piedra labrada con inclusión de frutas de papaya en los cuernos de la abundancia que flanquean las columnas laterales.  En la coronación una cartela lleva inscrita la fecha de la conclusión del edificio en 1775, esta portada se sustenta en una escalinata de berenguela a tono con la fuente del patio central. Destaca la gran portada de ingreso que se eleva hasta el tercer cuerpo y una logia o galería alta con diez arcos que hace esquina sobre la plaza mayor.  La edificación tuvo diferentes usos –hotel, casino, vivienda–, hasta convertirse en el magnifico museo.

El museo Tiwanaku, La Paz, Bolivia

El museo Tiwanaku, La Paz, Bolivia
El museo Tiwanaku resultará de interés no sólo a los especialistas en culturas antiguas del altiplano. También es conveniente visitarlo aunque sólo sea para profundizar en el enigmático y aún poco “descifrado” mundo de aquellos pueblos que fueron los primeros en asimilar los inhóspitos territorios pétreos de los Andes.
Hasta el momento actual, el conocimiento de la cultura Tiwanaku es muy general y vago. Con seguridad sólo se puede afirmar que en la antigua cultura tiwanaku se logró el cultivo de ciertos tubérculos prehistóricos, hasta convertirlos, en resumidas cuentas, en la actual patata, sin la cual nuestra ración alimenticia perdería la mitad de su valor nutritivo. ¿Qué nos haríamos sin la deliciosa patata?
Así pues, la cultura tiwanaku supo desarrollar varias decenas de clases de patatas, de lo cual podemos convencernos visitando cualquier mercado indio en Bolivia, Perú y Ecuador. Se venden las diversas clases según sean para salcochar, freír o congelar.        
El Museo Tiwanaku se encuentra en una callejuela en el centro de La Paz. El edificio del museo recuerda en algo un castillo caballeresco. Se paga la entrada y es comprensible: en las arcas del Estado no es mucho el dinero disponible para el mantener los numerosos museos de Bolivia. En la taquilla de los billetes también pueden adquirirse libros y folletos acerca de la civilización tiwanaku, que difícilmente ayuden a descubrir los secretos del pasado, pero si serán de utilidad para un conocimiento elemental de los múltiples objetos en exposición: desde primitivos instrumentos de trabajo hechos de piedra hasta momias bien conservadas extraídas de sus lugares de enterramiento por los arqueólogos. Les confieso que contemplar momias expuestas en museos no resulta una ocupación muy ética que digamos. Por muy antiguo que sea el ciudadano tiwanaku que se muestra en la vitrina, de cualquier forma tiene todo el derecho a que se le respete. A los especialistas esto le resulta interesante. Bueno, pues que hagan sus investigaciones dactiloscópicas y de otro tipo en la soledad de sus laboratorios.
 Todos los objetos expuestos en el museo (exceptuando las momias) pueden considerarse ejemplares únicos tan siquiera por el hecho de que durante mucho tiempo en Bolivia se practicó la “arqueología salvaje”, producto de la cual los más antiguos testimonios del pasado, extraídos secretamente de la tierra, eran vendidos a ricos coleccionistas extranjeros.





Los fantasmas en el Hospital de Clinicas de La Paz.

Los fantasmas en el Hospital de Clinicas de La Paz.
Este relato me lo encontré en una página española, habla del hospital de clínicas de la ciudad de La Paz y los “visitantes” que tienen en las noches… Espíritus y fantasmas componen este relato. Espero les guste!!!! Y si tienen relatos de terror o alguna experiencia que les haya ocurrido, compártanla con todos nosotros…Aquí va el relato… "La proximidad del Hospital del Tórax a la morgue es su avatar y su sello. Irrelevante para la mayoría del personal de los turnos de la tarde y la mañana, pero no para quienes trabajan en horas nocturnas, especialmente enfermeras.
Una de ellas, Wilma Huañapaco, encargada de la sala de Terapia Intensiva en el primer piso del edificio, jamás olvidará lo sucedido el sábado 4 de agosto.
Cinco minutos antes de las dos de la mañana de ese día, Huañapaco transcribía, como cada noche, el reporte del estado de los pacientes, cuya situación delicada no consiente equivocación alguna.
Enseguida, una pesadez repentina invadió el ambiente y el cuerpo de la enfermera quedó paralizado. Ni brazos ni piernas, ni siquiera sus párpados respondían. La desesperación la llevó a realizar un esfuerzo mayor hasta poder voltearse. En ese momento vio a un hombre alto, contorneado por un aura de un verde oliváceo y sin cabeza. Aunque la figura desapareció en el instante, la sensación de inmovilidad permaneció por algunos segundos más.
“Lo único que sabía era que estaba despierta”, relataría más tarde a sus compañeras, algunas aún incrédulas ante la experiencia de Huañapaco, para quien las apariciones son, después de todo, normales, ya que dice tener contacto con este tipo de fenómenos desde niña.

Pero esta enfermera no es la única que ve apariciones en el Hospital del Tórax, ni esta forma decapitada la primera vez que se presenta.
De hecho, por los pasillos aún se cuenta la historia de un hombre que cada noche pasea por los jardines próximos al hospital rumbo a la morgue. Aunque algunos lo han bautizado con el nombre del Jinete sin Cabeza, no tiene ninguna relación con el relato de Washington Irving.
Tan fuerte es la presencia de este hombre sin rostro, como la de una madre cargada de su niño que ha puesto los pelos de punta a más de una enfermera en la sección conocida como Pensionados, en el segundo piso del hospital, que es donde están internados los pacientes pudientes y donde hasta hace algunos años se trasladaba a las personas en estado delicado.
“Aparece en completo silencio, visita algunas salas, se detiene frente a alguna persona en particular, la observa y luego desaparece”, es el relato coincidente de quienes han vivido en carne propia la presencia de la llamada Mamá de los Pensionados.

A unos pasos del Tórax está el Hospital de Clínicas, también conocido como General, el más antiguo del complejo de Miraflores y también de la ciudad de La Paz.
Por sus largos pasillos pasaron miles de personas, entre médicos, enfermeras y pacientes, algunos de cuyos espíritus se niegan a dejar el lugar. De esto da constancia don Eloy Ticona, portero del nosocomio y quien cada noche, durante 25 años, recorre de punta a punta la vieja estructura.
Una noche de un año que don Eloy no recuerda, la figura de una mujer de talla alta y porte fino apareció en el jardín. “¿Doña Mercedes?”, preguntó don Eloy esperando encontrar una respuesta de la delgada dama a quien confundió con una enfermera que trabajaba en ese entonces.
En ese instante, la misteriosa mujer salió del jardín, tomó el pasillo y se alejó a paso lento en dirección hacia una sala donde descansaban algunos pacientes. El animoso portero la siguió e ingresó a la habitación casi por detrás de la mujer, pero no encontró nada, lo que fue corroborado por un paciente que estaba despierto y no vio ingresar a nadie.
Desde entonces, muchas de estas apariciones han inquietado las noches de don Eloy, quien, sin embargo, ha dejado de lado su miedo para dar paso a la curiosidad. Son innumerables las oportunidades en que la dama de negro ha reaparecido y algunos ya la conocen como la Viuda del General.

Los funcionarios más antiguos de éstos y otros hospitales aseguran que estas apariciones son ánimas de personas que murieron dejando algo pendiente.
Tal el caso de la figura de una enfermera de capa azul que ha hecho de las rampas del Hospital del Niño su lugar preferido de paseo nocturno.
Quienes la han visto aseguran que es el espíritu de una antigua funcionaria del nosocomio, a la que su aprecio y dedicación por los niños aún la mantiene junto a ellos. Al respecto, algunos personeros aseguran que los infantes tampoco han olvidado a su enfermera preferida.
Una de estas personas es la actual jefa del servicio de Neonatología, Teresa Aguilar, quien en sus 20 años de trabajo en este nosocomio jamás había vivido una experiencia como la de hace cuatro años.
Fue una noche en la que el paseo rutinario de visita por las salas fue interrumpido por unas escurridizas risas de niños un piso más arriba. Creyendo que un grupo de sus pequeños pacientes había decidido iniciar una ronda de juegos en plena oscuridad, subió en silencio intentado sorprenderlos.
Mientras más se acercaba más fuertes eran las risas. Sin pensarlo dos veces y a dos gradas del piso indicado espetó un grito, pero no había nadie.
Un frío intenso le estremeció de los pies a la cabeza y la sensación de inmovilidad se apoderó de su cuerpo por algunos segundos. “Estoy loca”, se dijo a sí misma como convenciéndose de no haber escuchado las multitudinarias voces. La incertidumbre terminó al día siguiente cuando la portera le pidió, en tono de reclamo, que controle a sus niños porque habían reído toda la noche.
Aunque no son muchas las personas que hoy en día dicen oír voces y risas de niños en el hospital, los funcionarios aseguran que sus pequeños visitantes rondan todo el día por las salas.
La encargada de Farmacia del turno de la tarde no se explica por qué algunas de las cajas de los medicamentos aparecen desordenadas siempre que deja el lugar por algún tiempo."

CALLE JAÉN

CALLE JAÉN

La calle Jaén es una de las calles más famosas de la ciudad de La Paz. Su historia data de la época colonial en el siglo XVI donde era conocida por ser sólo un mercado de compra y venta de camélidos.

Posteriormente albergó las residencias de personajes importantes durante la revolución libertaria de 1809 como fueron Pedro Domingo Murillo y Apolinar Jaén. Fueron en estas residencias que se iniciaron las primeras ideas de libertad en Sudamérica y también se hicieron las primeras reuniones secretas conspiradoras en contra del gobierno español.

Actualmente es una calle que se ha detenido en el tiempo ya que conserva todos los rasgos de la época colonial, apenas de 4 ó 5 metros de ancho, balcones frente a frente que casi se conectan entre si, piso de piedra. Ahora alberga a 5 diferentes museos, 4 municipales y uno privado; además se pueden encontrar bares y cafés siempre manteniendo el toque antiguo de la calle, lo que la convierte también en una zona bohemia.

Un dato interesante de esta calle que llama mucho la atención a todo visitante es que esta llena de historias de fantasmas, apariciones y espectros; por eso no se extrañe si al final de la calle observa una cruz verde que es la prueba de que hubo una época en que la gente ya no podía vivir tranquila por los diferentes sucesos paranormales que ocurrían.

Los cuentos van desde la famosa “viuda negra” hasta la audición de antiguas carrozas tiradas por caballos que van recorriendo la calle a altas horas de la noche.

sábado, 23 de julio de 2011

Antigua Ciudad de Tiwanaku La Paz Bolivia Sudamérica



Antigua Ciudad de Tiwanaku
Si hay una atracción turística de carácter cultural, que destaca sobre las demás en Bolivia es la Ciudad de Tiwanaku, una ciudad en ruinas que data de más de dos milenios atrás, de la época anterior a los griegos. Tiwanaku, en aquel entonces, debió ser una importante capital. Se encuentran a 70 kilómetros de La Paz y a más de 3800 metros sobre el nivel del mar.
Son muy pocos los conocimientos que se tienen de esta antigua ciudad, de esta reliquia, falta mucho por reconstruir hoy en día, lo que si se sabe es que su forma de sobrevivir era trabajando el campo, la labranza, a tenor de las tierras fértiles que la rodean, y de los cultivos. En Tiwanaku hubo una ciudad poblada hasta el Siglo XII, cuando posiblemente una desgracia natural la dañó de muerte.

Realmente se sabe muy poco de esta civilización y de esta ciudad. En parte porque aun falta mucho por encontrar y reconstruir para poder tener una idea completa. Y en parte porque hasta hace poco todo lo que se encontraba era destruido.

Con la desaparición de los Tiwanaku, los Incas recogieron el testigo en
Sudamérica, después llegaron los europeos, más en concreto los españoles, y fueron ellos los que posiblemente expoliaron la ciudad de Tiwanaku hasta dejarla destruida en nombre de la Iglesia, en aquellos tiempos, por desgracia por lo que debió ser esta ciudad, todo lo que no era religioso y a gusto de la Iglesia era destruido.

La puntilla a esta ciudad se la dio el ferrocarril, ya que las explosiones para construir la línea férrea terminó de dañar todo lo que quedó. Hoy en día, las ruinas de Tiwanaku son un lugar ideal en Bolivia para aquellos amantes del
arte, la cultura y la arqueología.

Mercado de las brujas en La Paz

Mercado de las brujas en La Paz


La ciudad de La Paz, en Bolivia, es uno de los corazones urbanos más representativos de la cultura tradicional latinoamericana y especialmente, andina. Sus habitantes llevan los rasgos distintivos de las culturas aborígenes, y muchos de ellos, vestimentas típicas que llaman la atención de cualquier turista al llegar. 

Además, las culturas y costumbres ancestrales están presente en los mercados que abundan en la ciudad (algunos no dudan en calificar a la ciudad de La Paz como un mercado a cielo abierto). Entre las curiosidades, no deberíamos dejar de conocer el Mercado de las Brujas, un paseo temático por productos de hechicería andina muy particular, situado en el cruce de las calles Jiménez y Linares.
Lo que encontraremos en él estará muy lejos de un mercado convencional: ratas disecadas, hierbas, amuletos, pócimas y hasta extraños fetos de llama, lo que se ofrece al público son infinidad de productos esotéricos para los más diversos rituales. En el lugar, toda la sabiduría andina está disponible para ofrecer algunos remedios caseros a las más variadas dolencias. El sitio está concurrido por compradores y por los llamados yatiri o hechiceros-doctores, vestidos con ponchos y sombreros llamativos.
Sin dudas, podremos terminar un tanto impresionados por un mercado semejante, un reflejo de las creencias milenarias arraigadas en la población de un país que cuenta menos años de historia que sus propios habitantes y sus tradiciones. El mercado de Brujas de La Paz  nos acerca en plena capital a una cultura que está presente en todo el territorio.

Museo nacional de etnografía y folklore
Reformado hace pocos años, se encarga de ofrecer material de los grupos étnicos bolivianos, cuenta con sistemas audiovisuales y también desarrolla actividades culturales. Pocos museos en Bolivia tienen la calidad de éste en cuanto a unidades de exposición, espacio y acondicionamiento; aparte de ser muy completo. Y además tiene página web! si es que Bolivia poco a poco va postrándose a los pies del turista.
No tengo mucho que decir porque la página web del museo es muy completa así que paso a la información general:
Dirección: Calle Ingavi N. 916 esquina Jenaro Sanjinés
Teléfono: 2408640, 2406446, 2406642
Horarios de atención:
 Lunes a Viernes: 09:00 a 12:30 y de 15:00 a  19:00
Sábado: 09:00 a 16:30 ininterrumpidamente
Domingo: 09:00 a 12:30
Puedes elegir entre  ir y guardar el recuerdo en la memoria, ó hacer fotos sin flash previo pago de 20 Bs (2€) o 40 Bs (4€) si lo que quieres es filmar.  El acceso a la biblioteca es gratuito enseñando la identificación.
Precio: 5Bs los bolivianos, 15Bs los extranjeros, menores de 18 años y discapacitados tienen entrada gratuita.
Navegando he visto que los Jueves es gratis para todos los bolivianos y que los Lunes está cerrado, pero no estoy segura porque lo que dice en la web es lo que está arriba, así que es mejor llamar por teléfono y a ver que nos cuentan. Si visitas el museo, pásate también por la Iglesia Santo Domingo y la Plaza Murillo, que están muy cerca.
Curiosidades:
La casa que aloja a este museo, fue antes la casona del Marqués de Villaverde, uno de los criollos que fue el beneficiario de la distribución de solares por parte de los españoles, en la época de la fundación de La Paz. Como se puede observar en los patios interiores, esta casona también fue decorada al estilo barroco mestizo.
Para terminar, recomiendo encarecidamente la visita a éste museo, a los turistas que vayan a viajar el interior de Bolivia, porque así podrán asimilar más la cultura de las distintas etnias bolivianas.